Entre la Topología del Espacio Estético y el Secularismo Radical: acerca de la obra Plástica del Mexicano Arturo Reyes.
Por Antonio Jar Profesor de Filosofía Contemporánea en el Centro para Estudios Avanzados de las Artes Visuales, Universidad de Wisconsin, USA.
Al hablar de la obra plástica de Arturo Reyes lo primero que sorprende es su magnitud. Arturo Reyes es muy prolífico, podríamos decir aquí que la máxima de Picasso "Yo no busco, encuentro" en Arturo Reyes se cumple cabalmente, porque Arturo Reyes cada vez que toma el pincel o el lápiz, la pluma, el carbón o cualquier otra técnica u objeto es para encontrar los aspectos escondidos de la realidad que son invisibles para el resto de nosotros. Porque su obra abre, destaja el cuerpo de la realidad, devela y revela, corre velos que para muchos ni siquiera caemos en la cuenta de que se trata de palimpsestos virtuales. Arte de piruetas y saltos, juego airoso y peligroso del que el poeta y artista no siempre sale indemne: hay tropezones, caídas y cornadas, hay cardenales y descalabraduras. Pero las lesiones no son mortales: Arturo sana pronto, sale de la enfermería poéticopictórica sonriente, da un salto y se planta en la arena con un aro y un chicote de domador de espacios estéticos. Pero también invita a la realidad a una fiesta, a caminar por las calles, a tomar una cerveza, a divagar por el mundo de las aspiraciones y las reuniones conspiratorias. La topología bidimensional de la obra de Arturo como que se levanta, se hace poema y vuela por el aire que respiramos y nos nutre la sensibilidad sin nosotros saberlo. Esa topología es como un generador de ondas electromagnéticas, un transmisor estético que interviene en el éter ubicuo y cuyo alcance depende del grado de justicia que la humanidad es capaz de generar. Porque la obra de Arturo Reyes evoca y genera eso, es un generador que vibra al compás de nuestra imaginación, un generador que evoca la dolencia de justicias de todo tipo, justicia estética, justicia amorosa, justicia social, justicia sexual y política, aún la justicia formal de la superficies, primer plano, segundo plano o fondo. Es la búsqueda del balance cósmico que intrigaba a los primeros filósofos Griegos, Tales de Mileto y Anaximandro y que se expresa como preocupación en la poseía Náhuatl de Netzahualcoyotl. En lo cuadros de Arturo la naturaleza habla el lenguaje de las superficies míticas, aquellas que hicieron posible el tránsito del jeroglífico al lenguaje propiamente dicho porque ahí está en fermento, en dos dimensiones la habilidad de Arturo Reyes de codificar mensajes es magistral. Pero son mensajes unas veces más serios que otras, sin embargo el fermento de dar el salto hacia la letra y formar una gramática paralela está ahí, hay que verlo. Un otro elemento más para su decodificación es la cantidad de esfuerzo que el espectador está disponible a generar en sí mismo aún cuando decodificación implique la simple festividad del regodeo visual, como por ejemplo cuando se ve una escena sensual, o un paisaje dramático o simplemente cuando se sigue con la vista el vuelo de un pájaro bello. Todo eso está ahí en la obra de Arturo Reyes. También en la irresistible presencia de la superficie pictórica de sus dibujos, por ejemplo, se esconde el alma del papel, del papelero, del transportista del papel, la tinta o el carbón viven su segunda vida, esta vez menos llena de errores que la anterior, porque esa es la ventaja de ser usado por Arturo Reyes, es darle al material la oportunidad de vivir una segunda vida. Y nosotros, sin esa posibilidad real de transmutación sin embargo nos brinda la posibilidad de ensayar una segunda existencia con el mero juego metafísico de la contemplación de su obra. Fue Jaques Lacan el psicoanalista Francés y amigo de los Surrealistas quién descubrió que las palomas a fin de segregar cierta sustancia vital para su existencia, requerían de verse a sí mismas. Es como si la visión para constituirse como función vital en la cotidiana vida, requiriera de enfrentarse a sí misma. Este efecto espejo lo encontramos en las obras de Arturo Reyes, es como si sus obras se vieran a sí mismas a través del uso de los materiales, uso-espejo; la diversidad de combinaciones del color, la textura, las formas implícitas de los actores de la composición. Y de su geometría, aunque Euclidiana, se convierte en una aliada imprescindible de Lobachevsky y Riemman lo cual revela otro de los aspectos de la Poliangularidad descubierta por Siqueiros en la obra de Arturo Reyes. Aunque en este caso aplicada a las referencias espaciales en la mente del espectador, del movimiento del pensamiento que crea la topología de la imagen mental así como la generación del espacio donde las ideas buscan el mejor acomodo a los estímulos del corazón. Sí, es como si el efecto espejo adquiriera su cómplice real en el tipo de geometría que usa la luz para hacer posible la existencia de las obras de Arturo Reyes. Por el otro lado, como onda electromagnética que va a engrosar la populación del reino del que hablaba Platón, donde según él se encuentra el origen de todas nuestras ideas, las obras de Arturo Reyes vienen a ser ya no la idea misma sino el chofer del vehículo que transporta a esas ideas para que tengan un buen arribo a su reino. Por eso, pensar cuando se contempla las obras de Arturo Reyes es como religar el pensamiento no con el reino de las ideas de Platón sino con el creador de ese reino que es el ser mismo. Sin quererlo y enclavado en las prácticas estéticas del arte universal, la obra de Arturo Reyes sin embargo no escapa al antecedente nutritivo de la Escuela Mexicana de Pintura. Arturo Reyes fue un alumno brillante de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, mejor conocida como Academia de San Carlos porque con ese nombre fue bautizada en su nacimiento como Escuela de Arte. Arturo se sentía artista pintor antes de ingresar a la Academia porque desde muy corta edad ya se mantenía como pintor. Es más, Arturo creía que ingresar a la Academia era una pérdida de tiempo. El tiempo demostró que estaba equivocado. Los años de formación de Arturo en San Carlos fueron de lucha por dominar las técnicas pictóricas y por rescatar lo que habían logrado los Pintores mexicanos y había sido escondido y vilipendiado por la élite de vendepatrias, autollamados “la generación de la ruptura” hechos cuerpo Universitario en el San Carlos de ese tiempo, la década de los 1970’s. En ese lapso, en México todavía se vivía bajo el fragor de la guerra fría, sobre todo por compartir frontera con Washington. Arturo Reyes se destacó brillantemente como alumno logrando ambos objetivos: el rescate de los pintores mexicanos logrado mediante cruentas huelgas estudiantiles que duraron meses; y el dominio del lenguaje estético alcanzó en Arturo el grado de maestría como lo atestigua su primera gran solo exhibición en la gallería principal de la Academia de San Carlos en 1978. Sin embargo, Arturo se ve obligado a abandonar el país por su actuación tanto en las huelgas estudiantiles como en actividades clandestinas. El exilio en Europa dura poco tiempo y Arturo retorna en 1983, pero su regreso no pasa desapercibido. En la aduana, en el aeropuerto de Nueva York la policía de ese país lo detiene por varios días y lo torturan, es como si lo estuvieran esperando, lo cual era nada improbable dada su accionar militante tanto en Europa como antes en México.
Pero el descalabro físico no es comparable al espiritual: la policía le arrebata su carpeta con alrededor de cien obras sobre papel que había producido durante los dos años de exilio en Europa arguyendo vínculos del artista con la guerrilla Latinoamericana y traficante de armas.
Para Arturo eso fue como perder a toda su familia en un desastre inesperado y atroz. La prepotencia propia de los que rigen ese país hizo que el acto quedara impune. De regreso en México el mundo del arte mexicano se vio incapaz de afrentar el caso dejando así impune un acto más para adicionar a la larga lista de impunidades que acreditan a los gobiernos, ‘paradigma de la Democracia’, de los vecinos del norte. Y con Arturo se quedó la congoja, la angustia y algunas veces la desesperación que aún a estas fechas, la sola mención del caso causa en Arturo expresiones visibles de rabia y desconsuelo. Subsecuentemente Arturo se sobrepuso al percance ominoso y logró reproducir de memoria casi todas las obras arrebatadas. El resultado de ese titánico esfuerzo quedó concretado en la brillante serie de dibujos que han sido exhibidos en México, San Francisco, New México, Colorado, Estocolmo y Londres a partir de 1984 hasta nuestros días.
Arturo Reyes nace en un pueblo huichol y mestizo abandonado en la geografía árida del Estado de Zacatecas en 1954. Su infancia transcurre entre cactus, las cuatro estaciones, tunas, colonche, cielos azules, nubes juguetonas, cerros pelones y una brillante actuación en la escuela primaria. La tradición huichol y cristiana son el escenario de esa infancia cuyos elementos reaparecerán posteriormente, aunque conceptualizados y abstraídos en metáforas en el código estético de su obra. Porque a lo largo de ella vemos que la naturaleza siempre se asoma, a veces tenua y tímidamente, a veces con voz propia y demandadora ya sea en forma de paisaje o de simple naturaleza, y muchas veces abstraídos cielo, nubes, lluvia, tormenta, monte y el diálogo entre ellos. Sobre todo estos tres últimos son motivos que en diferentes grados de metaforización más aparecen en sus cuadros. A la edad de diez años es trasladado con su familia a la Ciudad de México. Este hecho también dejará huellas indelebles en la vida estética de Arturo. Y digo estética porque Arturo también es poeta como William Blake y Rafael Alberti fueron también pintores, Leonardo científico y Delacroix ensayista. Y enfatizo el hecho porque en estos tiempos es fácil olvidar que el quehacer estético solamente está limitado por las técnicas particulares de las artes plásticas, que al fin y al cabo caen presa de la relatividad en el uso del tiempo real, lo cual conmina en que la maestría poética, entonces solo se restringe por la habilidad subliminal y metafísica en el manejo de la gramática, sus elementos y herramientas afines con el arte en cuestión. Surcado ese obstáculo, el llegar a ser poeta, pintor, escultor, escritor, inclusive ingeniero, etc. es solamente una cuestión de tiempo real en cuanto que el tiempo virtual-estético ha sido previamente abatido por la capacidad creativa antes adquirida o durante el ejercicio de la voluntad férrea del libre albedrío. La creación metafórica con palabras y con elementos visuales no verbales establecen en todos esos casos, como en la obra poética y plástica de Arturo, una unidad indiscernible que solamente los imbéciles son incapaces de escudriñar. Porque la especialización es una de las enfermedades que la sociedad moderna, en la cúspide del sinecdoquismo y fetichismo social ha convertido en llave del éxito.
Los estados mentales universalizadores están en grave peligro, aunque no para Arturo Reyes. Pero el que Arturo haya logrado la combinación feliz de la poesía la filosofía y el arte plástico fue después de muchas batallas contra la sociedad oficial, pero especialmente contra la mediocridad de todos esos que son incapaces de la universalización estética y que defienden su territorio a la manera como los estados nacionales lo hacen creando el chovinismo.
El espíritu renacentista de Arturo Reyes no solamente se expresa en su actitud ante la creatividad sino también en la recreación formal de la composición geométrica que el Renacimiento Italiano heredó para el arte universal y para la obra de Arturo Reyes: el espacio estético Euclidiano. La geometría del arte renacentista era la estructura espacial sobre la cual la comedia de la vida tomaba lugar. Al arte de la pintura le tocaba representar, en dos dimensiones, esa comedia referencial de lo real y virtual, era el punto de fuga en cuyo centro se encontraba al hombre renacentista y su ilimitada capacidad creativa: el hombre hecho semidiós. Posteriormente Marx, los cubistas, Lenin, Freud y Einstein mostraron que hay muchos otro puntos de vista y mucho otros hombres y mujeres al centro de la capacidad humana creativa, como también muchas otras geometrías que explican la estructura del universo en términos de tiempo y espacio relativos. También vino Siqueiros y nos mostró que la polivalencia angular o Poliangularidad en la percepción de la obra plástica la crea el espectador en un movimiento tanto físico como mental. Físico en cuanto su movimiento crea la geometría de la composición de la obra; y mental en cuanto que la estructura metafórica de la obra adquiere su cabal significado adicionando el elemento físico o de movimiento del espectador. Así la teoría de la relatividad de Einstein se cumple también en el espacio estético gracias a Siqueiros. Y esta ruptura-inversión y de preservación dialéctica con el renacimiento, también la vemos en la obra de Arturo Reyes. Veamos por ejemplo la obra al carbón sobre papel titulada "La estatura del hombre traspasando" (N. 117). Aquí se puede observar como el espacio Cartesiano es transformado metafóricamente por el choque que causa el movimiento de las figuras en el plano. El dibujo de Leonardo representa el Renacimiento, el movimiento vertical y horizontal representan la versión Cartesiana de la geometría Euclidiana. El resultado es poliangular en cuanto que la figura inicial, tanto vertical como horizontal, en el choque Cartesiano y topográfico se convierte en otra con atributos modernos, pero al mismo tiempo éstos emanando de los anteriores tanto en localización como en significado. Las referencias geométricas deferentes lo son al mismo tiempo de significado histórico, creando de ese modo la poliangularidad metafórica que solo es aplicable al espacio estético de la obra de Arturo Reyes.
Exhibiciones recientes de Arturo Reyes:
Constante prescencia plástica en el Plantón de la Resistencia Civil PacÍfica México, 2006
Muestra individual en el Palacio Legistalivo de San Lazaro, Mexico, 2006
Serie de instalaciones con el grupo Estallido de Tlaxcala, Mexico, 2005
Collaborative show, Irma Valerio Galleries, Zacatecaz, Mexico, 2004
Collaborative show, AP Galleries, Zacatecaz, Mexico, 2004
Collaborative show, Designers and Artists Copyright Society (DACS), London, England 2004
Solo show, Spitalfields Gallery, London E1, 2002
Collaborative show, Spitalfields Gallery, London E1, 2001
Solo show, The Gallery, Stoke Newington, London, 2000
Solo show, Caffe Gallery, Southwark Park, London, 1999.
Collaborative show, Browser, Tate Gallery, Bankside, London, 1999.
Collaborative show, Lewellings Gallery, London, 1999.
Collaborative show, Studio 1/2 Plus, Bermondsey, London, 1999.
Collaborative show, Battersea Art Fair, London, 1999.