Las almas del vecindario
El correr de los avernos imprime
una sabiduría helada al entorno del amplio mar,
pero sin mas que la ausencia del párrafo herido,
los documentos de la invasión blanca
recorren las paredes del mundo,
ahora alquilado, ahora liberado, ahora
ahorado.
Irrumpiendo entre las sillas redondas de
los asistentes al crisol de huesos semejantes
y como manifestando,
los lápices arrinconados en el aula de los bellos vellos
se liaron a gramáticas.
Para no destapar el camino herido y tampoco
molestar al aire cúbico, las raíces de la orillas del sótano
arrebataron al sol su trayectoria.
Ni siquiera en su memoria la amplitud del sudor
finalmente abrazo su herramienta.
Mientras la tormenta
de pájaros políticos
se les ocurría envidiar mi arquetipo,
se le ocurría al placer del doctor
de las cinco esquinas
navegar las barbas del infinito.
Siempre con armas, siempre con color,
siempre con las húmedas aristas
del placer y su áreas imprevistas fue cobijado
el cruje de los paramos iletrados
que ya sin aliento volaron sobre el monte
de cabellos contentos hasta desaparecer
cada uno en una letra.
Un relámpago siempre, siempre una luz vociferante
herida en la geometría irracional
y abandonada al meneo de la cola de los perros.
Aquello era una mina,
una mina de disfraces
atónitos que las avispas se ponían
en las vísperas del obispo bizco
que poco después se fugaría al oratorio
para que las revistas ariscas del purgatorio
tuvieran bien en orinar bailando la danza
de la moneda cuadrada.
Era de madrugada
y el rió garabateó su primer bostezo
Las almas ahi arrejuntadas,
matizadas con renacuajos abrieron
sus ventanas al olvido, entonces vino el rió,
rancio por delante y con rumores blandos
en la cabeza y se miro al espejo.
Agua martirizada por los bancos del norte
sin embargo se rió.
El vientre adulterado del rencor se rió
el subsuelo raspado con inversiones
a largo plazo se rió
la rama se rió
la mano se rió
mi madre se rió
la caja de rencores se rió
la bienvenida se rió
la caída se rió
la escuela se rió
la selva se rió
el caído se rió
el lápiz se rió
El sol recobró su trayectoria.