Medio año
Una primavera se desabotonó el pecho
para dejar ver un circulo de hojas traviesas.
El sol como de costumbre izó sus bandera nuclear
Y la envió en formas de besos para el mar.
Muchas miradas se apoderaron
de las muchachas magistrales y tibias
que el aurora vino a visitar engalanada
con libros de pastas tímidas y canto sideral.
En las tardes cuando las leyes
de la geometría del cielo rompen
con el dolor humano, toman de la mano
la santidad que corre por las venas
del dolor ajeno y lo llevan a nadar
a las aguas de las estrellas asustadas
por el ruido de la memoria.
Pero su oratoria sin embargo hace
que la lluvia se teja como cortina
que cuelga de los altares de los santos
y a la tierra y sus encantos finalmente
se vuelven hacia el niño de cuerpo de esperanzas
que cuando levanta la vista hacia el cielo se sonrojan
las ecuaciones del universo.