POR ÚLTIMO
Fue compuesta abajo de los costales
y de la sangre invadida en un mes
desconocido.
Fue también el rumor agrario de fiestas
hurañas
que nunca llegaron al tocar el polvo dulce
de los rayos matutinos.
Rechina de pleamar dorado y suavidad
palaciega
pero al instante del hielo reducido a
cenizas,
irrumpe como amante obligado.
Para terminar, solo inventaré un soplo de
cometas
y mientras la ciudad me recuerda,
ustedes unirán sus cuatro rostros al polvo
de las estrellas.
Adiós.