Rosas
Adolescentes
El sol brilla con amargura,
mi casa se levanta en cordura
y mis anhelos en la mañana
con ganas no se engaña
ni con rosas de soltura.
Adolescente sin dolor verdadero
y todavía como ramos sepultados
no me hables de almas en el vertedero;
mírate a ti mismo y llora junto a tus dados
la canción del sepulturero.
Que lindo es el monte cuando se ama,
que lindo es el dolor cuando se gana,
que infantil el desafuero
y mis oídos apesumbrados
y sin dinero,
en armas levantan su duelo.
Déjate tocar adolescentemente
déjame sufrir indolentemente
deja que todos lean tus libros
y que junto al sabio de cuentos agrios
el sabor se postre eternamente.
No cuentes tus historias al rocío
ni tampoco al brioso caballo
que encabritado y sin dirección
mancilla tus pechos de flor de mayo
con ramas de lluvia y de rayo.
Junto a tus pétalos rebosantes
mis manos se apoderan de la nada
y mientras un ardor me recorre el alma
los señores de la ley se hartan
con el síndrome de rocinante.
No me olvides cuando llegues al color;
no me hables cuando recojas tus perfumes,
no me tires de los ojos redentos,
no te hagas nube sin tormentos,
ni dilapides los denuestos a mis lumbres.
Constipado el entendimiento amable
tus intenciones se escriben en el hielo
yo con todo y mi flagelo
me apresto al viento
y ya sobre el volcán de mis deseos sin consuelo
me dejo rodar cual hijo de convento.
Te digo adiós porque puedo, aunque no quiero
no me mires como cuando lluevo,
tampoco pierdas de vista mi sazón,
déjate andar como camino o canción
aunque no tengas permiso del alto fuero.